La preceden Tokio, Nagasaki y Nueva York; entre los barrios más afectados están Monserrat y Retiro; el descanso, cada vez más difícil.
El ruido en la ciudad de Buenos Aires es tan omnipresente que pareciera estar incorporado al inconsciente colectivo. Ya es una costumbre hablar en tonos elevados o evitar usar el teléfono celular al caminar por la vereda de una avenida céntrica.
Los altos niveles de estridencia de bocinas, motores y obras en construcción, entre otros, hacen que la Capital sea considerada una de las ciudades más ruidosas del mundo. Más precisamente, y según el Plan Estratégico 2008-2012, elaborado por la Agencia de Protección Ambiental del gobierno porteño, Buenos Aires es la cuarta en el ranking de metrópolis ruidosas, detrás de Tokio, Nagasaki y Nueva York.
"Aunque no hay un sistema de medición uniforme, se puede decir que Buenos Aires es una de las ciudades que más padecen los efectos nocivos del ruido", indicó Horacio Walter, director general de Evaluación Técnica de la Agencia.
El funcionario aclaró que el principal generador de ese contaminante ambiental es el parque automotor. "En Buenos Aires el tránsito es uno de los factores que más inciden. Le juega en contra la antigüedad del parque automotor. En otras grandes ciudades ese factor repercute menos. En cambio, como rasgo positivo, tiene avenidas un poco más amplias y menos encajonadas que las de muchas ciudades de Europa", agregó.
Según la última medición tomada de manera sistemática, el transporte público, especialmente los colectivos, es el principal responsable de la contaminación acústica en la ciudad.
Los datos son parte de un mapa de ruido que se confeccionó hace tres años y que mostró altos índices de contaminación sonora en el microcentro, en zonas de Barracas y de Monserrat, Constitución y especialmente de Retiro, y en el cruce de Santa Fe y Pueyrredón, con mediciones que van de 65 a 80 decibeles (dB).
Según los parámetros de la OMS, por encima de los 70 dB los sonidos ya resultan molestos; si superan los 90 dB se vuelven dañinos.
El trabajo abarcó parte de Almagro, Balvanera, La Boca, Barracas, Belgrano, Colegiales, Constitución, Monserrat, Palermo, Puerto Madero, Recoleta, Retiro, San Nicolás y San Telmo. Tanto las mediciones como las encuestas que se realizaron en el área testeada, en la que residen unos 507.000 habitantes, la mayor fuente de ruidos son los colectivos (ver aparte).
Según Silvia Cabeza, de la Asociación Civil Oír Mejor, uno de los mayores daños que produce el ruido en la Capital es que sus efectos nocivos persisten en horario nocturno. "En los últimos años los horarios de sueño se han reducido muchísimo. Por la noche sólo quedan entre dos y tres horas para el descanso con el silencio necesario", indicó.
"La agresión del ruido hace además que estemos excitados, estresados, tengamos conductas agresivas y suframos dolores de cabeza y hasta problemas cardíacos", agregó Cabeza.
El oído interno posee células pilosas denominadas ciliares, que convierten los estímulos físicos en impulsos cerebrales. Tras años de exposición a sonidos fuertes, estas células quedan comprometidas y se va perdiendo, poco a poco, la audición.
Según pasan los años
El Departamento de Electroacústica de la UBA señaló en un estudio que el nivel de ruidos aumentó exponencialmente en un período de 30 años. En los años 70 el nivel acústico en las calles en Buenos Aires estaba entre los 50 y los 60 dB, mientras que ahora está cerca de los 70 dB. Según los expertos, el aumento en 3 dB de un sonido representa para el oído humano el doble de volumen.
Rodolfo Gareis, presidente de la Cámara Argentina de Acústica, Electroacústica y Areas Vinculadas, fue contundente: "Sabemos que la ciudad es ruidosa, pero es como ir a lo del médico y decir que un paciente tiene fiebre, pero no se sabe con qué parámetro se midió. No se puede saber cuán ruidosa es si no se tiene una herramienta confiable de medición".
Gareis contó que en la Capital ya se trabaja en las obras de construcción con el parámetro del ruido. "Estamos trabajando en una normativa para regular la construcción: tratamos de atenuar el ruido externo [que provocan esos emprendimientos]", indicó.
Para combatir en parte este flagelo, en la Agencia hacen controles periódicos en el transporte. "El control se realiza en los ómnibus. Se perfeccionará todo el sistema con un nuevo mapa del ruido, que se confeccionará con sonómetros que abarcarán toda la ciudad. Es un software que permite tomar en tiempo real esos niveles", indicó Walter e informó que las mediciones incluirán la detección de gases contaminantes en el aire.
"Estamos armando una red dinámica con sonómetros incorporados. Y con el nuevo software vamos a poder tener un mapa en tiempo real de la ciudad. Eso nos permitirá adecuar tecnología y modelos de construcción adecuados", agregó el funcionario.
En este distrito, la ley 1540 castiga a quienes violen los niveles tolerables de ruido. Esa norma establece que sólo se podrán superar los 70 dB en los distritos industriales, en los que el tope máximo será de 75 dB durante las horas diurnas. En el sistema vial el máximo permitido sube a 80 dB.
Las multas pueden llegar hasta los 50.000 pesos para los domicilios particulares y hasta 100.000 pesos para los establecimientos industriales, con el posible accesorio de clausura. Durante este año se labraron apenas 928 multas. La Unidad de Faltas Especiales, desde septiembre del año pasado hasta julio de este año, recaudó $ 236.500 por esas infracciones.
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